Prólogo
Esta historia que les cuento
Quiero por primera vez,
Brindarla con lucidez
A quienes estén atentos.
Lleguen en estos momentos
Mis pensamientos a tantos:
De mi vida, los quebrantos,
Las dichas, las emociones,
De todas las intenciones,
De felicidad y llantos.
CAIBARIEN Y CAMAJUANÍ
De mi pueblo ya hablaré,
Antes, presten atención,
A esta la declaración,
Que en breve redactaré.
Previamente explicaré,
La raíz de Caibarién,
Pueblo que mediante tren,
Con Camajuaní se unió,
Y más tarde disfrutó,
Del negocio, para bien.
CAIBARIÉN – LA VILLA BLANCA
Se une “La Villa Blanca”
A otros nombres implicados,
Y entre aquellos comparados,
Es para mí la más franca.
La Villa tira su ancla,
Al lado de una bahía,
Es, según su cartografía,
Plana y abierta al mar,
Quizás para así sumar,
Más primor a su geografía.
II
Entre frases y cuartillas,
En su tiempo enumeraron,
Como al pueblo lo nombraron
Diferente a antiguas Villas.
Con grafías muy sencillas
En ‘Villa Blanca’ acabaron,
Dos palabras que juntaron
El rocoso de sus calles,
Y las casas, con detalles,
Con cal blanca se pintaron.
BAJO UN CIELO AZUL CELESTE
Son distintas las ciudades
Que limitan con el Cayo,
Otro sobrenombre que hallo
Entre sus curiosidades.
Rondan sus intimidades,
Remedios hacia el oeste,
También con Yaguajay al este,
Y completando la lista
La Bahía de Buenavista
Que se encuentra al norte de éste.
SEGÚN CUENTA LA HISTORIA
Según nos cuenta la historia,
Mil ochocientos diecinueve,
Es la época que promueve,
A Caibarién a la gloria.
Hubo una convocatoria,
De construir en Caibarién,
Un puerto, que parabién,
Supliría al de Tesisco,
Para vender el marisco
Acopiado en su almacén.
UNA EXTENSA CAYERÍA
El cayo Santa María
Se enlaza con Caibarién,
A través de un pedraplén
Profundo en su travesía.
Su construcción supondría
La verdadera razón,
Para que su situación
Fuese útil para el turismo,
Fortuna que ahora mismo
Es su mayor atención.