CONVALECENCIA

Hoy te he visto convaleciente, después de una hiperestésica operación. ¡Que dolor tan inmenso sentí al ver que apenas podías hablarme!

     Se que por no verme sufrir, hasta los más ostensibles dolores eres capaz de disimular, cuanto hubiese dado por librarte de ese estado, aunque fuese yo quien lo padeciera, pero tan solo dos simples minutos, fueron suficientes para demostrarme que siempre te sobran fuerzas para deleitarme con tu distintiva, alegre y espléndida sonrisa, que tantos momentos de placer me hizo sentir.

     Dos también fueron las lágrimas que no puede contener y que solos en ese diminuto tiempo de intimidad, los dos compartimos, y como la concurrida e indisoluble afluencia del Nalón y el Cantábrico, fueron suficiente para demostrar que la fuerza natural de nuestras pasiones no transigen  ante el interés mezquino.

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